lunes, 5 de mayo de 2014

México: La guerra contra los zapatistas y el papel de los medios de información y / o comunicación

 
Las notas que ha publicado La Jornada sobre la incursión violenta de la CIOAC histórica en el territorio zapatista de La Realidad muestran todos los síntomas de esta guerra que no dice su nombre, que se presenta como factor neutral en un conflicto intercomunitario.

“La guerra dice que ella no mata ni amenaza ni quema ni destruye; son los otros, son los pueblos mismos quienes se enfrentan y combaten entre sí. Conforme la violencia crece en regiones elegidas, ella argumenta que esa violencia la generan las propias comunidades y justifica su intervención como fuerza de pacificación entre todas las partes. Queda al margen de los pueblos mismos. Se presenta como el único factor que puede resolver esas luchas intercomunitarias.

“Pero incluso durante el despliegue de sus facetas económicas y de progreso, la guerra necesita privacidad. Quiere a solas inventar cómo ocurren las cosas, insiste en que la versión de la realidad que ella socava provenga sólo de ella misma. Nadie más debe acercarse a mirar.” Carlos Montemayor, La guerrilla recurrente.

Estas palabras fueron escritas por un experto en la historia de las guerrillas en México y de la contrainsurgencia gubernamental mediante la cual el Estado mexicano las ha combatido y casi, es aquí muy importante el casi, las ha derrotado. “La guerra dice”, escribió Montemayor. La guerra habla, tiene un discurso, da declaraciones de prensa o mejor manda boletines, mete inserciones pagadas – gacetillas— en los medios, incluso los hace pasar por notas, como si hubieran sido investigadas y firmadas por un reportero. Maneja la imagen del Estado. Es quien hace el trabajo sucio en aras del “orden y la tranquilidad” de las pocas familias mexicanas que lo tienen todo, pero también se disfraza de combate al hambre y la pobreza (fomentando el control natal forzado de las comunidades indígenas, como la ex presidenta del PRD), se disfraza de razón académica o periodística “objetiva y no militante”, aunque lo haga para una tarea obvia como la de Aguilar Camín, Nexos y el CIDE (y la SCJN) defendiendo a los paramilitares, se disfraza de nota informativa que recurre a fuentes oficiales e intenta (sin éxito, lástima) dar la versión de todas las partes. Pero en la guerra la verdad oficial es una construcción del Estado, el sujeto de la guerra.

La guerra “necesita privacidad”. El colmo fue la invasión de Estados Unidos a Irak, donde la única fuente de noticias para los reporteros de las agencias internacionales estacionados en zona dominada por Washington eran los partes oficiales del ejército de los Estados Unidos. En México, la guerra contrainsurgente (la llamada “guerra sucia” de los años setenta a la fecha) ha tenido casi toda la privacidad que ha necesitado: ¿Cuántas personas saben cómo fueron masacradas algunas comunidades indígenas en Guerrero con métodos similares a los de las dictaduras del Cono Sur, incluso antes que allá, para exterminar a los seguidores de Genaro Vázquez y los de Lucio Cabañas? ¿Cuántos tienen una idea de la sangre que selló el destino de decenas de grupos armados en todo el país durante esos años y hasta los ochenta?

El ideal de la guerra es ser percibido como el factor objetivo, neutral, que desde el poder y con la ley en la mano pone el orden en donde éste (el estado de derecho) fue roto por “grupos civiles presuntamente armados”, como los llamó el zedillismo o “grupos de autodefensa” como los llaman los intelectuales de la contrainsurgencia cuando se refieren a los paramilitares en Chiapas.

Las notas que ha publicado La Jornada sobre la incursión violenta de la CIOAC histórica en el territorio zapatista de La Realidad muestran todos los síntomas de esta guerra que no dice su nombre, que se presenta como factor neutral en un conflicto intercomunitario. En otras palabras, notas firmadas por Elio Enríquez con base en información entregada por el gobierno chiapaneco y por los agresores de la CIOAC forman parte de la guerra misma: son su expresión escrita, la contrainsurgencia vestida de información “objetiva y profesional”. La narración es la de un conflicto intercomunitario: “Un enfrentamiento entre bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos Independiente Histórica (Cioac-H), en esta comunidad, dejó un zapatista muerto y 13 lesionados de la Cioac-H.” La versión de la CIOAC, que mató a un indígena base de apoyo zapatista, es que repelieron una agresión. Sin embargo, ni La Jornada ni Proceso van más allá de la mera nota informativa con base en la versión del gobierno de Velasco. No dan contexto, no brindan elementos para entender el hecho violento.

Ante el silencio de los zapatistas, la voz oficial marca la pauta: Aquí es voz oficial la del gobierno, la de la CIOAC histórica, un desprendimiento de las otra CIOAC provocado por la contrainsurgencia gubernamental, y la de los medios de información mismos, que pasan, aun firmadas por reporteros, notas con una sola versión, la del poder, cual si fueran gacetillas gubernamentales. La relación de La Jornada con los gobiernos de Chiapas, por lo menos desde el sexenio del lópezobradorista Sabines y hasta el “ecologista” Velasco es la de un medio leal, que presenta siempre sus versiones, haciendo contrapeso a la nota de Bellinghausen que pudiera estar basada en un comunicado zapatista. Ante la ausencia de comunicado zapatista, la versión oficial, firmada por Elio Enríquez, se convierte en voz única. El gobierno contrainsurgente de Sabines dio premios y financiamentos de películas a escritoras como Poniatowska y cineastas como Mandoki. Pero el cambio de siglas no hace diferencia, las del PRD cambiaron por las del Verde Ecologista pero la relación amigable no parece haber cambiado.

Los medios libres tampoco han (hemos) podido dar la nota ausente de la versión zapatista sobre por qué tienen un muerto y heridos y cómo fue el supuesto “enfrentamiento”. Las notas que han circulado en redes sociales han sido las de La Jornada y Proceso, acaso matizadas por el comentario de quien las postea o comparte.

¿Y el contexto? Desafortunadamente la ausencia sensible de Montemayor y la de otros periodistas que pudieran enmarcar la nota en su espacio político, social y militar, hace el vacío.

Los comentarios en Facebook del Centro de Medios Libres ayudarían a entender la situación, pero desafortunadamente están solamente en Face y no en su página de información alternativa, donde podrían ser vistas por más personas e incluso compartidas por las redes sociales, los correos electrónicos y en otros espacios web alternativos que usan (usamos) el copy paste como recurso para romper cercos informativos.

Vale la pena citar los breves pero esclarecedores comentarios del CML para leer las notas descontextualizadas de La Jornada y Proceso con una perspectiva menos desinformada:

“El Caracol de La Realidad es la sede de la Junta de Buen Gobierno “Hacia la Esperanza”, una de las cinco zonas en que se divide el territorio autónomo zapatista. La totalidad del territorio autónomo zapatista abarca un área cercana al tamaño de El Salvador.

“La Realidad se ubica en el municipio oficial de Las Margaritas. Desde el año 2012 el municipio de Las Margaritas es gobernado por Manuel Culebro Gordillo, presidente de la Coordinadora Organizaciones Democráticas del Estado de Chiapas, quien llegó a la administración municipal bajo las siglas del Partido Verde Ecologista de México, mismo partido que llevó a la gubernatura a Manuel Velasco.

“Clásico problema al intentar entender más el contexto de la agresión de la CIOAC contra zapatistas de La Realidad, Chiapas: Hay una diversidad de organizaciones que se llaman CIOAC, fruto de la contrainsurgencia gubernamental de décadas que ha atomizado a organizaciones que en su tiempo fueron amplias, de base y de izquierda, y que hoy en día son grupos de poder que mayoritariamente se alquilan al mejor postor. En Chiapas como grupos de choque contra el proceso de autonomía zapatista, obteniendo a cambio migajas de diversos programas gubernamentales.

“La CIOAC-Histórica que el día de ayer realizó un ataque armado contra zapatistas de la Junta de Buen Gobierno de La Realidad, el 15 de febrero pasado en carta a la CLOC-Vía Campesina, se deslindaba del ataque realizado por la CIOAC-Democrática (Partido Verde) contra bases de apoyo zapatistas de la comunidad 10 de abril. Un día antes, el 14 de febrero de 2014, emitía una declaración señalando “Hemos iniciado la conformación de grupos de autodefensa”.

“En la página de Enlace Zapatista pueden encontrarse diversas denuncias contra acciones de hostigamiento, agresión y despojo que la CIOAC-Histórica ha emprendido durante años contra las comunidades zapatistas.

“La CIOAC-Histórica actualmente es de filiación partidaria perredista, y con las siglas de este partido participa en elecciones en Chiapas.”

Y el comentario más importante del CML que se comprende a la luz de la información anterior:

“Agresión frontal contra zapatistas en La Realidad no fue un enfrentamiento.

“Aunque las notas de la prensa comercial hablan de enfrentamiento, los lesionados son del lado zapatista. Los reportes señalan que la agresión de la CIOAC-Histórica fue emprendida con armas de fuego, mientras en los Caracoles Zapatistas no hay fuerzas con armas de fuego desde el nacimiento de los mismos. Los Caracoles Zapatistas son defendidos con la fuerza de la razón y la búsqueda y la construcción de justicia. Por eso todos los heridos por armas de fuego son zapatistas.

“Los caracoles zapatistas son la sede de las Juntas de Buen Gobierno, el tercer nivel de autogobierno de las comunidades civiles zapatistas, que jamás han contado con fuerzas armadas para defender ese autogobierno.

“¿Cómo pudo haber un enfrentamiento armado si uno de los bandos no cuenta con armas? No fue un enfrentamiento, fue una agresión armada directa contra las bases de apoyo zapatistas del Caracol de La Realidad.”

Es muy importante entender que la CIOAC histórica no es cualquier grupo campesino o indígena, sino uno de los grupos, de filiación perredista, los hay de otras también, que ha recibido dádivas gubernamentales a cambio de formar parte del cerco paramilitar hostil a los Caracoles Zapatistas que los gobiernos panistas, priistas, perredista y “verdes” han formado y alientan todo el tiempo. Nada de esto aparece en los medios oficiales (ahora se puede entender por qué los llamamos así) y desafortunadamente los medios libres hasta ahora no lo habían sacado de las redes sociales. Hagámoslo: preguntémonos por qué la voz oficial, la de la guerra que pretende no ser guerra sino mediador en un conflicto entre comunidades u organizaciones, está tan interesada en hacer aparecer a los zapatistas en “enfrentamientos” con otros indígenas. Es la narrativa con la que el Estado mexicano “justifica su intervención como fuerza de pacificación entre todas las partes”, es decir, prepara el camino para escalar el conflicto a uno donde la palabra paramilitar pierda el prefijo.
Por Zapteando
Con información de : Kaos en la Red

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